Cristaliterario es un blog donde compartiré mis obras literarias tanto éditas como inéditas. También compartiré investigación literaria realizada durante mis estudios de grado y posgrado.

domingo, 23 de julio de 2017

Quisiera salvarte (Publicado en "Despierta el silencio" , Bs.As.,2004)






                                                  Quisiera salvarte


    Como una noche tormentosa
en alta mar...
Las olas se elevan
y nos sumergen...
Penumbras nos cubren...
Te veo nadar hacia mí,
náufrago sediento,
quisiera salvarte.
Perdido en la lejanía,
náufrago anhelado,
oscuridad te oculta.
Mi vista se nubla,
lucho por verte,
busco tus ojos en la lluvia,
busco tu cuerpo entre las olas.
Quisiera hallarte,
arroparte, refugiarte,
saciar tu sed,
náufrago desconocido.
Truenos rugen...
Mi barca gime
debatiéndose en la tormenta.
Te pierdo...
Me ahoga la lluvia, 
me ahoga el mar,
no puedo luchar,
no puedo alcanzarte...


                                            __________________________-



       

                                       

Narval (Publcado en "Despiera el silencio", Bs.As., 2004.)





                                      Narval 

             Quimera de encontrarte
     navegando en mi barca,
         narval desconocido,
             narval anhelado
     en mis sueños,
             narval de mis ilusiones 
     y mis desvelos.


              Narval soñado,
              quisiera alcanzarte,
              guarecerte, cobijarte,
              iluminarte, portegerte,
              quisiera acunarte
              con mis canciones.

                                                   
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¿Cómo saber? (Publicado en "Despierta el Silencio",Bs.As., 2004.)





                                               ¿Cómo saber?

                                  ¿Cómo saber?
                                  ¿Hasta dónde?
                                  Tú y yo podremos
                                  E n c o n t r a r nos
                                  en este la be rin to...
                                  ¿Cómo saber, si podrás
                                  c o m p r e n d e r?...
                                  esta forma de sentir,
                                  esta forma de amor,
                                  que no implica 
                                  caricias...

viernes, 7 de julio de 2017

Desde adentro ( Publicado en Un cielo en tus ojos, CIEN, Bs.As. 2003)



Desde adentro

             Pensaba Marisa sola en su cuarto, en las palabras de Mathisson. La estera de la ventana a medio abrir, el sol de julio no llegaba a sus manchadas manos. Pensaba Marisa en los cambios de ella y de los demás, todos después de la Fábrica.
             - El subdesarrollo está dentro de ustedes, no fuera. No viene desde el exterior, sino desde el interior de ustedes mismos. Ustedes deben cambiar. ¡Deben cambiar! - reiteró enfáticamente Mathisson en la inauguración.
             - Ustedes deben cambiar para obtener el éxito en sus vidas y en su país. La Fábrica les brindará el apoyo necesario y juntos creceremos.-
              Enseguida se vieron unos videos de Fábricas americanas, y su funcionamiento y uniformados y pulcros empleados "rindiendo al máximo con una mente desarrollada".
              La Fábrica en el centro, el pueblo reformado. Para todos fue una sorpresa la pronta instalación en un mes, con tanta gente extraña armando con paredes prefabricadas en el campito de fútbol de los gurises.
              Desde entonces, jugaban más lejos, en el otro campo, porque además en las calles andaban más autos. Un mes, contra todos los años que les costó armar la casa, con bloques comprados de a diez y con el tiempo.
              Desarrollo desde adentro... Desarrollo era lo que le había pasado hacía años ya, con el susto de la primera sangre. Desde adentro de su cuerpo, eso sí era suyo. Lo que sintió por Jorge la primera vez y el fuego del encuentro. Desde adentro su sangre y sus hijos y sentirlos crecer en su vientre moviéndose. Eso era adentro.
              Comenzaron a los pocos días de trabajar. El primero apareció en el espejo cuando ella se arreglaba el uniforme amarillo. Se asustó al ver al hombre en el espejo a su lado, mientras se vestía. Miró hacia atrás y no vio nada. Tuvo miedo, y prendió la luz. Nunca había mucha luz en la pieza. Por las ventanas chicas, le habían dicho los de la Fábrica, por eso las ventanas allí eran "apaisadas" y grandes, pero estaban muy arriba, como para no mirar por ellas, sólo la luz.
               Ese día estuvo tan concentrada en la producción que no pensó en el hombre. Pero vino de noche, en su casa, en el espejo, apenas se quitó el uniforme. Miró atrás y le pareció sentir una risa. Tuvo miedo y salió corriendo de la pieza a encontrarse con el olor a cebolla, ajo y humedad que ahora sentía en su casa.
               - Ma, ¿qué te pasa? - su hijo menor interrogó mirándola con los ojos bien abiertos.
               - ¿Rendiste hoy? - preguntó la mayor, que ya se encargaba de preparar el puchero, pero no tenía todavía edad suficiente para entrar en la Fábrica.
               - Sí, ciento treinta unidades, más que ayer, pero menos que mañana - se interrumpió -  ¡Qué sucia tenés la cara, José! ¡A lavarse!
               - Y vos, María, tenés el delantal empercudido y la cocina sin fregar, ¿qué hiciste hoy?
               - Si yo preparé la comida como siempre, mamá - respondió María sorprendida.
               - El puchero está quemado. Los boniatos están pasmados. ¿Por qué?
               - Todo está como siempre.
               - Sí - afirmó el chico, lamiéndose las manos - ¿pero no eran muñatos?
               - No. ¡Boniatos, boniatos! - afirmó Marisa levantándose de la mesa.
                Jorge llegó borracho a acostarse casi sin hablar. Sólo un - Salú, gente productiva! - seguido de una amarga risa.
                El chico lloró y la mayor lavó la loza, mientras Marisa veía en el baño al otro que la miraba desde el espejo - ¿Quién es usted?  - y sólo vio los ojos claros del hombre y su risa esfumándose.
                Al otro día vio en el espejo largo, apoyado en el piso a dos niños, que extendían sus manos, corriendo hacia ella. Quería orden y equilibrio, eso que la unía a sí misma como la flor que necesita agua, como ella necesitaba a la flor en su jardín para vivir. La planta, sus hojas, creciendo en primavera las flores, todo cíclico y sencillo, ordenado.
                En alguna parte había perdido la felicidad, todo dependiendo de otros y ciega por la vida como una estrella de mar, flotaba entre las olas, procurando sobrevivir...
                Produjo ese día ciento teinta y cinco unidades.
                - Usted está trabajando muy bien, señora. Se le dará un incentivo por su buen rendimiento. Usted está cambiando realmente.  Ojalá fueran todas así! Podría conversar con sus compañeras,  deben producir más! La empresa tiene que crecer!
                 Ese hombre olía bien, no como Jorge cuando la cubría con su olor a cigarro, alcohol y sudor en las madrugadas. Sin embargo, Mathisson parecía un extraterrestre, alto, demasiado alto y flaco, con su blanca cara exigente.
                Decidieron que era más barato comprar la comida que la Fábrica también vendía, que prepararla en casa, así la mayor tenía más tiempo para estudiar. Después de todo, la Fábrica era como una Familia y de a poco, invadía sus vidas, sin que nadie lo percibiera.
                Continuaron acosándola en el espejo y comenzaron a aparecer en sus sueños. Centenares de niños corriendo en su busca, con los brazos extendidos, llamándola. El hombre riéndose, sus vecinas con murmullos crecientes tras las ventanas viéndola ir a trabajar. Ella se volvió gigante y luego se volvió pequeña y por fin logró despegarse de esa pesadilla, yendo desesperada a lavarse la cara para sacarse el sueño de los ojos.
                Levantó la vista y vio su rostro envejecido, por primera vez, se sintió gorda, con un cuerpo ajeno, como si su cuerpo no le perteneciera. Hacía seis meses que sólo pensaba en producir... Era otra... Ya las vecinas no la tenían como cómplice de sus entramados pueblerinos. Comprendía ahora que estaban guiadas sólo por la envidia, como cuando criticaban a las urbanas.
                Vino el hombre del espejo y apretó su cuello hasta ahorcarla y los niños la llamaron llorando todos juntos y sus vecinas alzaron las voces hasta transformarse en gritos. Y comenzó a golpear con su puño contra el espejo hasta romperlo y lastimarse...
                Al año, la Fábrica cerró,  la productividad era escasa y en pocos días levantaron las paredes prefabricadas que la armaban.
                - ¡No conseguiremos cambiar la mentalidad de esta gente! - dijo sonriente Mathisson al irse.
                 En el campito creció de nuevo el césped y los niños volvieron a jugar a la pelota. Los ojos retornaron a las ventanas. Los jóvenes, que se habían acostumbrado a trabajar en la atención de los clientes en el restaurante de comida rápida de la Fàbrica emigraron a otros países.
                 Marisa volvió a su máquina,  cosiendo las  escasas prendas que entran, extraña a su hija, y todavía no logró perder la obsesión de rendir al máximo cada día...                                        ______________________________

lunes, 3 de julio de 2017

Nuestro paraíso

                             

                        Nuestro Paraíso (De la serie poemas a Gerardo, publicado en Despierta el Silencio)




                                      Cortinas francesas,

                                      cortinas de voile,


                                      nos impiden ver,


                                      nos alejan.



                                        Afuera, 


                                       los animales,


                                       los vapores de julio,


                                       húmedos, hediondos.



                                        Nosotros dentro,


                                        amándonos,


                                        rozando sutilmente


                                        las cortinas


                                        que nos sumen  


                                        en nuestro paraíso. 



                                              -----------------







          

Bebé



                                              


                            Bebé (De la serie poemas a Ignacio, publicado en Un cielo en tus ojos)

                                                                      

                                                                                La alegría 

                                                                              de tu sonrisa

                                                                          de labios mojados

                                                                                         de leche tibia

                                                                                 secretos de mi cuerpo

                                                                                          nacen contigo

                                                                               Blanco alimento

                                                                                como tu piel

                                                                           fluye de vida.